José Armando Rodríguez Carreón tenía más de una década de experiencia en el periodismo policiaco cuando fue asesinado en Ciudad Juárez, Chihuahua. Era considerado uno de los reporteros más importantes porque documentó la violencia y la operación de grupos criminales en la ciudad.
Cuando ocurrió su muerte, la ciudad fronteriza atravesaba una de las peores crisis de seguridad en su historia. El cártel de la familia Carrillo Fuentes creó un grupo paramilitar denominado La Línea, para atacar a sus enemigos del Cártel del Pacífico, que pretendían apoderarse de su territorio. Al mismo tiempo, los embates del gobierno contra sus líderes, sumó al incremento de la violencia.
Todos los hechos de violencia y la presunta colaboración de autoridades con los cárteles. En las semanas previas a su asesinato, Rodríguez Carreón había cubierto un ataque armado contra dos mandos locales de la Policía estatal; también el asesinato de un sobrino político de la entonces procuradora de justicia y que apareció a bordo de un auto oficial, y la aparición del cuerpo de un joven decapitado y cuya a cabeza fue colocada al pie en la Plaza del Periodista en Ciudad Juárez, lo que se interpretó entonces como una amenaza a los informadores de la ciudad.
La mañana del 13 de noviembre de 2008, José Armando salía de su casa para ir a dejar a sus hijos a la escuela, como casi todas las mañanas y luego comenzar la jornada de trabajo cotidiana, cuando salía en reversa con su auto se le acercó un hombre y le disparó. Su hija de 8 años, que viajaba en el asiento trasero, resultó ilesa, pero vio toda la escena.
Fue detenido el autor material, Juan Alfredo Soto Arias, “El Arnold” o “El 7”, quien declaró que la orden de asesinar al periodista surgió porque publicaba notas periodísticas que afectaron a “La Línea”, un grupo prácticamente paramilitar (por su entrenamiento y equipamiento) del Cártel de Juárez. Acusó como autor intelectual a José Antonio Acosta Hernández, “El Diego”. Fue sentenciado a 30 años de prisión el 28 de octubre de 2016.
Acosta Hernández fue detenido en Texas, Estados Unidos, por su participación en operaciones de narcotráfico, lo que le valió una sentencia perpetua. Sin embargo, la fiscal Laura Borbolla solicitó su declaración y las autoridades estadounidenses accedieron. El que fuera líder de “La Línea” confesó entonces haber ordenado el asesinato del periodista Armando Rodríguez en represalia por las publicaciones que éste había realizado sobre su grupo criminal.