Saliendo de su oficina, en el cruce de Insurgentes y Reforma, él iba abordar su coche y un sicario lo tomó de su gabardina para inmovilizarlo y le disparó en cinco ocasiones por la espalda, con una browning nueve milímetros.
El asesino material fue identificado como Rafael Moro Ávila, agente de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), el mismo agente llevó a conocer al autor intelectual, José Zorrilla Pérez, director de la DFS, al cual se le sentenció a 35 años de prisión, que cumplió en 2013. Sin embargo, se cree que existen otros autores intelectuales que no fueron procesados, entre otros nombres se han señalado a Manuel Barlett Díaz, entonces titular de la Secretaría de Gobernación, y Juan Arévalo Gardoqui, entonces secretario de la Defensa Nacional, oficios que ocupaban al momento del delito.
El asesinato de Manuel Buendía es uno de los más emblemáticos ocurrido en el país, por tratarse de uno de los periodistas más reconocidos por la calidad de su información que revelaba hechos oscuros de la vida política, económica y social del país en su columna “Red Privada”.
No existe duda que esta información provocó su asesinato. En lo que sí existen dudas es que hayan sido detenidos todos los responsables intelectuales. Su hermano Ángel Buendía publicó un libro sobre la muerte de su hermano y los impedimentos por parte del Estado de esclarecer los verdaderos autores del crimen, titulado “Mi testimonio”. Lo mismo han hecho varios periodistas que lo conocían.
En 1958 comenzó a escribir su columna más emblemática, Red Privada, apareció en los principales medios impresos del país: El Día, El Universal, y Excélsior, además de la mayoría de diarios foráneos, gracias a la distribución que realizaba la Agencia Mexicana de Información.
Estos fueron sus cargos públicos que ocupó Manuel Buendía: asesor de prensa en la Comisión Federal de Electricidad (CFE), titular de la Dirección de Prensa y Relaciones Públicas, del entonces Departamento del Distrito Federal (DDF), asesor de prensa en la Nacional Financiera, y Director de Prensa y Relaciones Públicas del Consejo Nacional para la Ciencia y Tecnología (CONACYT).
Además, fue profesor en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, impartiendo la materia de redacción periodística y de oficinas de prensa, y redacción, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) en la UNAM. Y entre los principales libros que publicó, bajo el sello de la editorial Océano, fueron: Red Privada (1981), La CIA en México (1983), La Ultraderecha en México (1984), Los Petroleros (1984).
En su libro “Manuel Buendía, el primer asesinato de la narcopolítica en México”, el periodista Miguel Ángel Granados Chapa describe el contexto en el que se cometió el crimen, y el nivel de intereses que estaba incomodando con sus columnas, desde secretarios de Estado, empresarios y hasta presidentes.
El texto editado por Grijalbo incluye cómo incluso a Buendía se le atribuía la publicación en el Washington Post del periodista Jack Anderson, la revelación de un informe sobre el presidente De la Madrid y el depósito de bastante dinero en un banco suizo, unos 15 días antes de su crimen.
Antes, sus notas periodísticas dieron a conocer casos de corrupción, operaciones internacionales o la gran influencia política y económica de grupos de poder, entre ellos, el Opus Dei, los Tecos, o la presencia de agentes de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) en el país, el narcotráfico y la corrupción de los jeques petroleros.
El periodista Raymundo Riva Palacio, publicó en su columna Estrictamente Personal, que el asesinato de Buendía fue un crimen de Estado “porque Buendía tenía la intención de publicar en su columna Red Privada los vínculos del Ejército y de altos funcionarios del gobierno federal con el narcotráfico. El secretario de la Defensa, Juan Arévalo Gardoqui, convocó a una reunión donde se decidió el asesinato, que después fue fraguado por funcionarios de la Secretaría de Gobernación, proveedores de armas para el Ejército, Zorrilla Pérez y varios comandantes de la DFS”.
Otros periodistas se suman a Granados Chapa y Riva Palacio, respecto a que sólo fueron detenidos y compurgaron su sentencia los operadores del crimen: Rafael Moro Ávila, exagente de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad, y de José Antonio Zorrilla Pérez, exdirector de esa poderosa agencia de seguridad y quien pretendía convertirse en gobernador de su natal Hidalgo. Los autores intelectuales podrían ser Miguel de la Madrid, Manuel Bartlett, Juan Arévalo Gardoqui o agentes de la CIA en México.
Moro Ávila dejó la cárcel y Zorrilla Pérez también, el 10 de septiembre de 2013. Ninguno involucró a más personas y hasta ahora ha guardado silencio. El expediente nunca se ha hecho público.