La situación de violencia hacia las periodistas aumentó durante la pandemia, de acuerdo con el último reporte de Comunicación e Información para la Mujer A.C. (Cimac). Los impactos no sólo fueron a nivel físico, también psicológico y económico. Las periodistas, además de ser víctimas de censura, también fueron atacadas por sus contenidos, sobre todo las que cubrieron las fuentes de política y sociedad, reveló el estudio.

En el 2020, la violencia física aumentó un 32% contra las periodistas por parte de las autoridades, específicamente durante la cobertura de las protestas feministas, según Cimac.

Sin embargo, la violencia psicológica fue la que más ejerció, presentándose hasta en un 58% de los casos. Lo actos que se registraron fueron bloqueos de información, amenazas y el uso de campañas de desprestigio de la labor periodística.

Los agresores registrados fueron la población civil (26%), funcionarios (federal 5%), estatal (22%) y municipal (18%).

El 97.27 % de los crímenes contra mujeres periodistas siguen sin resolverse y los autores materiales e intelectuales de estos se encuentra en libertad. Estas cifras no incluyen a las tres periodistas reportadas como desaparecidas (María Esther Aguilar Cansimbe, Adela Jazmín Alcaráz López, Guadalupe Cantú), o el fenómeno de desplazamiento forzado interno de 14 periodistas.

CASOS REGISTRADOS

Cimac documentó 251 casos de violencia contra las periodistas en México durante 2020. Registró que el aumento del 2019 al 2020 fue del 53%, cada 34 horas una periodista fue agredida tras realizar su labor informativa.

En la Ciudad de México fue donde se cometieron más agresiones, dos de cada 10 incidentes sucedieron en la capital. Seguido estuvieron los estados de Puebla 11%, Estado de México 8.3% y Veracruz 7.17%. En las entidades de quintana Roo y Baja California se registraron entre siete y 13 casos más que en 2019.

TIPO DE ATENTADOS

Las mujeres periodistas viven mayor violencia por parte de las instituciones, aquí se registraron 43% de los casos; en segundo lugar estuvo la violencia comunitaria en un 28% y en la digital en un 25.8%. Tres de cada 10 ataques ocurrieron en Twitter o Facebook, siendo la primera la principal red para agredir a las periodistas.

CENSURA EN LA PANDEMIA

La intención de concentrar la información referente a la emergencia sanitaria  por parte del poder federal tuvo efectos adversos en temas de libertad de expresión, de acuerdo con Cimac. Ya que se incrementaron el número de atentados contra la prensa.

Cimac documentó un total de 41 ataques contra periodistas a partir de que se decretara el período de alerta por la pandemia en México; del 30 de marzo, hasta el 31 de diciembre del 2020. Tanto la Ciudad de México, como Coahuila fueron las entidades con más atentados en contra de mujeres periodistas. Seguidas de Puebla, Guerrero y Morelos.

Las reporteras que se dedican a cubrir la fuente de sociedad y política fueron las más agredidas durante este periodo. Las agresiones que enfrentaron incluyen bloqueo de información (43%), intimidación (26%), campañas de desprestigio de su labor (24%), hostigamiento (19.5%), despojo de su material de trabajo (14.6%), siendo los principales perpetradores funcionarios públicos (53%), que de esta forma atentan contra el pleno ejercicio de su labor.

IMPACTO ECONÓMICO

La pandemia tuvo un pacto en la libertad de prensa y también en las condiciones de sostenibilidad de los medios, sobre todo de los pequeños y locales, quienes tuvieron que luchar pasa sostenerse económicamente.

Algunas de las periodistas fueron despedidas o se redujeron sus salarios drásticamente. El impacto más fuerte fue para las que son freelance, quienes perdieron su empleo.

Además, las y los periodistas se convirtieron en un sector de la población vulnerable, tras estar en contacto con la población. Se observó que no hubo protocolos de seguridad para protegerlos de contagios.

La situación de la pandemia, afectó la salud mental de las periodistas. Una encuesta realizada por Cimac refirió que las periodistas padecieron problemas de insomnio, estrés, fatiga crónica, depresión e incluso perdieron esperanzas de seguir ejerciendo el periodismo.