Juan Lorenzo Holmann Chamorro, gerente general de La Prensa de Nicaragua y presidente de la Subcomisión Periodismo en el Exilio de la SIP, recordó que el ataque o la muerte de un periodista no es solo una tragedia individual, es una tragedia para toda la sociedad, por lo que recordó que callar nunca debe ser la opción.

En su discurso con motivo de la celebración el pasado 2 de noviembre del Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad en los Crímenes contra Periodistas promovido por Naciones Unidas,  llamó a mantener encendida la llama de la verdad y de la libertad de información.

Reproducimos a continuación su discurso completo:

Agradezco mucho la invitación a participar en la conmemoración de esta fecha profundamente significativa: el Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas. Una jornada de memoria, de denuncia, de compromiso y también de fe y de esperanza. Fe y esperanza en que la verdad, por difícil que sea, siempre encuentra un camino a la luz. Fe y esperanza en que la justicia, aunque tarde, siempre debe llegar. Fe y esperanza en que la libertad, aun en los momentos más oscuros, termina por imponerse.

Lo digo no solo a título personal, lo digo también en representación de todos mis hermanos periodistas de Nicaragua y del mundo, como miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa, lo digo también como un hombre que ha vivido en carne propia los efectos de la arbitrariedad, la persecución, la cárcel, el destierro, el exilio y la apatridia por el simple hecho de informar. Lo digo como familiar de un periodista asesinado. Quienes hemos enfrentado el intento de silenciamiento forzado sabemos que detrás de cada ataque a un periodista hay un mensaje dirigido a la sociedad entera: que callar es más seguro que hablar. Y precisamente por eso estamos aquí: para afirmar que no vamos a callar, que callar nunca debe ser la opción.

Si bien es cierto que en nuestra región este año se han registrado menos asesinatos que en años anteriores, la violencia contra periodistas sigue siendo una herida abierta en nuestra región. Las agresiones provienen de gobiernos o regímenes autoritarios de izquierda y de derecha, del crimen organizado, de redes de corrupción política y también de discursos oficiales hostiles y estigmatizantes que alimentan un clima de odio contra la prensa. A los periodistas los persiguen, los acosan o los terminan matando por informar o denunciar, por exponer y contar la verdad.

Debemos de estar claros de que el ataque o la muerte de un periodista no es solo una tragedia individual, es una tragedia para toda la sociedad; pues ese cobarde acto busca aplastar el derecho colectivo a la información. Si, así es, pero la dimensión más desgarradora de esta violencia es, sin duda, la impunidad. Más del 95% de los crímenes contra periodistas en las Américas quedan en la impunidad. Y cuando no hay justicia, el mensaje es devastador: se normaliza el crimen y se desalienta la verdad. Se castiga al que investiga y se premia al que silencia.

La lucha de la SIP contra la impunidad ya tiene casi tres décadas. Desde nuestra misión en Guatemala en 1997, que dio origen a la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la CIDH, nuestros esfuerzos se han sostenido en tres demandas esenciales: que los crímenes contra periodistas no prescriban; que su investigación pase a la jurisdicción federal para garantizar independencia; y que los gobiernos investiguen tanto a autores materiales como a autores intelectuales.

Como parte de esta búsqueda de justicia, la SIP ha presentado 28 casos ante la CIDH, logrando en varios de ellos acuerdos amistosos que brindan un atisbo de justicia a las familias. Y este año celebramos un avance histórico: el fallo de la Corte Suprema de Colombia, que ordenó que los crímenes contra periodistas sean investigados con enfoque diferencial, reconociendo su impacto sobre la libertad de expresión.

El Programa Contra la Impunidad, creado en 1995 como Crímenes Sin Castigo Contra Periodistas, sigue siendo una herramienta fundamental. Sus estrategias —abogar, investigar, promover y entrenar— han sostenido esta lucha, junto con el trabajo coordinado con los vicepresidentes regionales y la Comisión de Chapultepec. Hoy, su labor más destacada es la defensa en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, donde la SIP da seguimiento a 27 casos activos.

Pero aún queda mucho camino por recorrer. Para avanzar, debemos exigir a las autoridades acciones concretas:

  • Investigación rápida, exhaustiva e imparcial.
  • Sanción para todos los responsables: materiales, intelectuales y redes criminales.
  • Mecanismos de protección preventiva y sistemas de alerta efectivos.
  • Condena pública inmediata por parte de las autoridades.
  • Políticas públicas integrales que combinen justicia, prevención y protección.

Desde 1995 hemos aprendido que esta lucha solo se gana unidos: con organizaciones hermanas, medios, academia, sociedad civil y periodistas que siguen ejerciendo con valentía. Quienes murieron por informar la verdad no pueden ser olvidados. Sobre nuestros hombros llevamos una gran responsabilidad: el firme compromiso de no callar, de perseverar en darle voz a aquellos que no la tienen, de mantener en la memoria a aquellos que dieron su vida y murieron para que la llama de la libertad de información se mantuviera viva.

Hoy, en nombre de todos mis colegas, reafirmo que nuestra lucha no es simbólica: es real, necesaria y urgente; sin periodismo libre no puede haber una sociedad libre, sin periodismo independiente y libre no puede existir democracia o una democracia sólida.

Nosotros, los periodistas en el exilio, somos testimonio vivo del criminal intento de querer silenciar la verdad; pero también somos prueba de que la voluntad y la voz humana no se extinguen tan fácilmente, de que la resiliencia, la testarudez y el anhelo de ser libre es muy difícil de extirpar del corazón del individuo que tiene la determinación de ser libre. Se puede matar al individuo, pero no a las ideas.

Mientras haya un periodista buscando respuestas, mientras una familia clame justicia, mientras una sociedad exija verdad, la impunidad no podrá darse por sentada. Y es nuestra responsabilidad seguir exigiendo esa justicia, es nuestra responsabilidad seguir denunciando a los inmorales.

Hoy honramos a quienes ya no están y renovamos la promesa de seguir luchando para que ningún crimen quede sin respuesta y para que el periodismo siga siendo un pilar de la libertad en nuestro continente. Muchas gracias.