En este Día Mundial de las Noticias (World News Day), el futuro se está volviendo demasiado oscuro para muchas personas. Se trata de un momento que se podría describir como un estado de perpetuo cambio, de incertidumbre global y de una profunda e inquietante inseguridad. 

Vivimos en un mundo construido cada vez más sobre la información, a veces de forma casi exclusiva, y los medios de comunicación son su infraestructura básica.  

Como ocurre con el agua o la energía, a menudo solo nos damos cuenta de su ausencia cuando el servicio se interrumpe. Y ocurre lo mismo con las noticias fidedignas: solo cuando desaparezcan nos daremos cuenta de lo mucho que depende nuestra vida cotidiana del suministro constante de información fiable.

La IA es una parte importante de nuestro futuro común, pero no será la panacea para todos los problemas que se presenten. Y es que un algoritmo sigue sin poder reemplazar a un reportero resuelto o a un experimentado periodista de investigación. Son los seres humanos los que marcan la principal diferencia, porque son los únicos que pueden aportar empatía, juicio moral y perseverancia en la búsqueda de la verdad.

A medida que las antiguas instituciones se derrumban, muchas ya desaparecidas sin que haya nada que las sustituya, esta tarea se vuelve cada vez más ardua. 

En este momento tan peligroso, el deber de los medios de comunicación, su labor diaria y su propia existencia, parecen más importantes y trascendentales que nunca. 

Seguimos siendo los principales mensajeros de la verdad, y si queremos seguir cumpliendo la promesa de nuestra misión, los medios de comunicación también debemos reflexionar de manera profunda sobre el futuro que se avecina.

Entendemos que, con la máxima urgencia, debemos reforzar el pacto de los medios de comunicación con las comunidades a las que servimos, fortalecer nuestro compromiso personal  con cada lector, espectador y oyente, y mantenernos firmes mientras el suelo se tambalea bajo nuestros pies. 

Nos proponemos ser los guardianes de la frontera que separa el presente de un futuro distópico demasiado realista.

Mientras lee estas líneas, el periodismo está a duras penas suspendido entre el viejo y el nuevo mundo; es parte integral tanto de la historia como de la transformación que reconfigura nuestra humanidad en este momento; es una fuerza de cambio y, sin embargo, corre peligro de convertirse en una reliquia del pasado.

Lo que en otro tiempo fue un sector holgadamente rentable se ha tornado en uno en crisis, con un futuro incierto. En estos tiempos de cambio, el antiguo modelo de negocio ha envejecido muy rápido y todavía no tenemos uno nuevo. Cuando cierran las redacciones, las comunidades pierden a sus guardianes, la corrupción medra en la oscuridad y la verdad tiene menos defensores.

Ya casi no ganamos dinero, el acoso es la norma diaria y nuestra viabilidad a largo plazo está en peligro. La precariedad financiera afecta a todos los medios de comunicación, excepto a los más consolidados. 

Los autócratas, las grandes empresas tecnológicas, los influencers y las industrias de todo tipo siguen siendo grandes consumidores de medios de comunicación, aunque muchos de ellos afirmen que ya no son importantes. Los lectores «corrientes» quizás no lo sepan, pero en cada discusión, cada debate, cada acuerdo y cada decisión tomada, los medios de comunicación han tenido un papel importante y, en la mayoría de los casos, decisivo.

Durante muchas décadas, el periodismo ha sido un defensor de los valores democráticos globales y del sistema regulado por normas que ha definido nuestra civilización y ha apuntalado un período sin precedentes, aunque desigualmente distribuido, de crecimiento y prosperidad a escala mundial. Estuvimos presentes en cada paso del camino: para informar sobre las violaciones de los derechos humanos, el horror de los conflictos armados, la injusticia de la corrupción y mucho más.

Es poco probable que volvamos a aquellos «viejos tiempos», ya que el avance tecnológico está marcando el comienzo de una nueva era que cambia los fundamentos de nuestra vida en sociedad. Sin embargo, sea cual sea la forma que adopte esta «nueva» civilización, seguirá necesitando una base de información fiable, ya que es el único terreno firme sobre el que se puede construir algo duradero. 

Como especie, hemos evolucionado porque hemos sido capaces de transmitir información a la siguiente generación. La información es la mejor y, posiblemente, la tecnología más poderosa que hemos inventado jamás.  Pero no podemos crear ni recrear nada si vamos a tientas o a ciegas en la oscuridad.

No solo las democracias mueren en la oscuridad, son civilizaciones enteras las que perecen. El mensaje de los medios de comunicación en este World News Day no es salvar puestos de trabajo de un sector en concreto, sino salvar lo que hemos construido a lo largo de miles de años. Merece la pena luchar por nuestra civilización.

Una inmensa mayoría de periodistas hacen el juramento silencioso de servir a la comunidad sirviendo a la verdad. Se trata de un deber sagrado que llena nuestras vidas de una manera que compensa con creces cualquier carencia o privación económica.

La verdad y la confianza son realmente esenciales en momentos como este, y la mejor manera de respetarse a uno mismo es ser cuidadoso con las fuentes y con las personas en las que se confía. Apoye el periodismo que está con usted. Comparta, defienda la verdad y suscríbase a ella. Elija un periodismo fidedigno, porque sin él, la luz se apaga para todos.

 

Branko Brkic es líder de Project Kontinuum y cofundador de Daily Maverick.

Este artículo de opinión es un encargo para la campaña del Día Mundial de las Noticias (World News Day) una iniciativa para mostrar el valor del periodismo.