La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) advirtió sobre “un clima cada vez más hostil e inseguro” para el periodismo en Bolivia, marcado por agresiones físicas, amenazas, decomiso de equipos y discursos estigmatizantes que provienen de actores políticos y de simpatizantes del expresidente Evo Morales.
Para la organización continental, la dinámica abre “una grave amenaza al derecho constitucional a la libertad de prensa” y requiere una respuesta inmediata del Estado.
José Roberto Dutriz, presidente de la SIP, consideró “alarmante constatar cómo la violencia y la estigmatización se han normalizado”.
A su juicio, “proteger la libertad de prensa es condición indispensable para la democracia y para que la ciudadanía reciba información veraz”.
Por su parte, Martha Ramos, presidenta de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP y directora editorial de OEM, llamó al Ejecutivo boliviano a “mostrar tolerancia frente a la diversidad de opiniones y a garantizar investigaciones exhaustivas e imparciales sobre cualquier acto de violencia o amenaza contra periodistas y medios”.
Suma de voces
El pronunciamiento de la SIP se suma al realizado recientemente por la Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia (ANPB) y de la Asociación de Corresponsales de la Prensa Internacional (ACPI), que desde enero registran una escalada de hostigamientos en un contexto de tensión preelectoral y crisis económica.
Entre los incidentes documentados destacan insultos y agresiones, en particular contra mujeres periodistas, confiscación de cámaras y teléfonos, así como intimidaciones contra redacciones enteras mediante la amenaza de tomas o incendios de instalaciones.
En el Informe Semestral 2025, la SIP detalla que las restricciones en Bolivia operan en cuatro frentes: exclusión de la publicidad estatal, hostigamiento tributario, uso del aparato judicial para presionar a la prensa y un discurso de descrédito que termina alentando actos violentos contra reporteros y medios.
Estas prácticas se traducen, en la clasificación frecuente de los medios independientes como “prensa vendida” o “cárteles de la mentira”, ahondó la SIP.