Yuval Noah Harari, uno de los pensadores más influyentes de la última década, volvió a alzar la voz sobre los riesgos de la inteligencia artificial (IA), a la que describe como una tecnología capaz de transformar radicalmente el poder político y las libertades individuales. “La información es la base del poder político: quien controla los datos, controla el mundo”, afirmó el historiador y filósofo israelí.

Desde la publicación de Sapiens, Harari se ha convertido en una figura central en el debate sobre tecnología, democracia y libertad. En su nuevo libro Nexus, y en diversas entrevistas recientes, ha advertido que la IA no es solo una herramienta neutral, sino un catalizador de potenciales regímenes totalitarios. A diferencia de los autoritarismos del pasado, dice, la IA permite una vigilancia total, automática y en tiempo real sobre cada ciudadano.

“No se trata ya de ciencia ficción. Algunos gobiernos ya están usando esta tecnología para vigilar y controlar”, sostuvo Harari durante su participación en el Mobile World Congress. Para él, no es necesario un ejército de espías cuando existen algoritmos entrenados con millones de datos personales.

El historiador diferencia entre los regímenes autoritarios —que dominan leyes y presupuestos— y los totalitarios, cuyo objetivo es el control absoluto de la vida de las personas. La IA, advierte, puede materializar esa ambición. “Es muy peligroso suponer que seremos capaces de usar esta tecnología solo para el bien”, señala. “Es más fácil manipular un sistema que anticipar todas sus consecuencias”.

Además, Harari enfatiza que el riesgo no solo está en los gobiernos, sino también en las grandes corporaciones tecnológicas que concentran enormes cantidades de datos sin una supervisión adecuada. Por ello, insiste en la urgencia de establecer regulaciones internacionales, promover una ciudadanía digital crítica y exigir transparencia tecnológica como pilares para proteger la democracia en el siglo XXI.

“La tecnología se aprovecha, por encima de todo, de cómo pensamos. Si no entendemos cómo se manipulan nuestras emociones con datos, nunca sabremos si nuestras decisiones son verdaderamente nuestras”, advirtió en una de sus más recientes charlas TED.

Harari no se define como tecnófobo, pero sí como un observador crítico de la velocidad con la que se despliega esta nueva era digital sin una reflexión colectiva profunda. “Cuando alguien recopila mis datos, eso debería servir para ayudarme, no para utilizarme”, concluyó.