Los márgenes de la libertad de prensa en este país se han ido estrechando en los últimos 15 años. A principios del siglo XXI se vivió una época de efervescencia libertaria y de apertura, pero poco a poco se ha ido moldeando una práctica que tiene a los periodistas contra la pared.

El estado de la libertad de prensa es desolador y casi inexistente, revela el periódico El Mundo. Si se compara con hace 15 o 20 años, es un país diferente.

“Entonces había una prensa independiente, tenía muchas dificultades y enfrentamientos con las autoridades, había juicios, intimidaciones, pero la autocensura no ganaba la partida como sucede ahora. Había periodistas independientes y yo era uno de ellos, habíamos muchos, había publicaciones independientes, informábamos sobre Palacio, la seguridad, el manejo de la economía”, recuerda este periodista al tiempo que a sus coberturas siguieron amenazas de muerte.

El país del que se habla es Marruecos. Human Right Watch recuerda cómo ha cambiado el país en los últimos años en materia de derecho a la libertad de expresión y de prensa. Ahmed Benchemsi, director de comunicación de la organización para los países de Oriente Medio y norte de África también recuerda sus momentos como periodista hasta que fue amenazado de muerte y acusado de falta de respeto al rey.

Actualmente hay tres periodistas  encarcelados, pero ninguno por temas de límites a la libertad de expresión, sino por trata de personas y delitos sexuales o “espionaje”.

El Parlamento Europeo aprobó una resolución crítica sobre la sombría situación de los periodistas independientes y se le pide a Rabat, la capital, que haya juicios justos y respeto a la libertad de expresión. Esta fue la primera vez que la Eurocámara sanciona a Marruecos.

Ahmed Benchemsi detalla que las autoridades mandan el mensaje de que “no se andan con tonterías” y sus tácticas incluyen juicios injustos y penas carcelarias largas.

Los destinatarios son lo mismo periodistas independientes que blogueros, raperos o youtubers. Las acusaciones de índole sexual son usadas para personas conocidas y una forma para destruir la reputación del periodista.

“Matarlos moralmente, destrozar su reputación par que nadie los defienda”, acusa.