Manuel Buendía salía de su oficina, ubicada en el cruce de Insurgentes y Reforma, era el 30 de mayo de 1984. Cuando el periodista se disponía a abordar su coche, un sicario lo tomó de su gabardina para inmovilizarlo y accionó el gatillo de un arma browning nueve milímetros en cinco ocasiones contra la espalda de Buendía.
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Por el crimen, fueron detenidos y compurgaron su sentencia Rafael Moro Ávila, exagente de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad, y José Antonio Zorrilla Pérez, exdirector de esa poderosa agencia de seguridad y quien pretendía convertirse en gobernador de su natal Hidalgo. Los autores intelectuales podrían ser Miguel de la Madrid, Manuel Bartlett, Juan Arévalo Gardoqui o agentes de la CIA en México.
Tanto Moro Ávila como Zorrilla Pérez dejaron la cárcel el 10 de septiembre de 2013. Ninguno involucró a más personas y hasta ahora han guardado silencio. El expediente nunca se ha hecho público.
¿QUIÉNES SABÍAN DEL CRIMEN ANTES DE COMETERSE?
Entre los presuntos involucrados destacan los nombres de Manuel Barlett Díaz, entonces titular de la Secretaría de Gobernación y actual comisionado Federal de Electricidad, así como el de Juan Arévalo Gardoqui, quien al momento del delito se desempeñaba como secretario de la Defensa Nacional.
El periodista Raymundo Riva Palacio, publicó en su columna Estrictamente Personal, que el asesinato de Buendía fue un crimen de Estado “porque Buendía tenía la intención de publicar en su columna Red Privada los vínculos del Ejército y de altos funcionarios del gobierno federal con el narcotráfico. El secretario de la Defensa, Juan Arévalo Gardoqui, convocó a una reunión donde se decidió el asesinato, que después fue fraguado por funcionarios de la Secretaría de Gobernación, proveedores de armas para el Ejército, Zorrilla Pérez y varios comandantes de la DFS”.
El periodista Héctor De Mauleón coincidió en un artículo en El Universal señaló que Zorrilla Pérez era brazo derecho de Bartlett Díaz.
El propio asesino material, Juan Rafael Moro Ávila, también había sido escolta de Bartlett y pertenecía a una brigada especial de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), “la policía política del régimen”, señala De Mauleón.
El periodista señala en su artículo que a escasos minutos del asesinato de Buendía, al lugar de los hechos arribó José Antonio Zorrilla Pérez, director de la DFS. Cuenta De Mauléon que a dos reporteros de Excelsior les llamó la atención la velocidad con la que llegó y realizaron varias veces el recorrido desde la Plaza de la República, donde estaba la DFS, hasta Insurgentes Centro y concluyeron que ese trayecto en medio del tráfico de las 18:30 tomaba más tiempo.
En su libro “Manuel Buendía, el primer asesinato de la narcopolítica en México”, el periodista Miguel Ángel Granados Chapa describe el contexto en el que se cometió el crimen, y el nivel de intereses que estaba incomodando con sus columnas, desde secretarios de Estado, empresarios y hasta presidentes.
Menciona que Zorrilla le había puesto escoltas a Buendía argumentando protección, pues con su columna se estaba creando “malquerientes” día con día, entre petroleros, la ultraderecha, el narco y funcionarios corruptos, sin embargo, solo le sirvió para conocer su rutina “antes de poner en marcha la Operación Noticia”, detalló De Mauleón.
¿QUIÉN FUE MANUEL BUENDÍA?
El asesinato de Manuel Buendía es uno de los más emblemáticos ocurrido en el país, por tratarse de uno de los periodistas más reconocidos por la calidad de su información que revelaba hechos oscuros de la vida política, económica y social del país en su columna “Red Privada”.
(Especial)
No existe duda que esta información provocó su asesinato. En lo que sí existen dudas es que hayan sido detenidos todos los responsables intelectuales. Su hermano Ángel Buendía publicó un libro sobre la muerte de su hermano y los impedimentos por parte del Estado de esclarecer los verdaderos autores del crimen, titulado “Mi testimonio”. Lo mismo han hecho varios periodistas que lo conocían.
En 1958 comenzó a escribir su columna más emblemática, Red Privada, apareció en los principales medios impresos del país: El Día, El Universal, y Excélsior, además de la mayoría de diarios foráneos, gracias a la distribución que realizaba la Agencia Mexicana de Información.
En sus notas periodísticas dieron a conocer casos de corrupción, operaciones internacionales o la gran influencia política y económica de grupos de poder, entre ellos, el Opus Dei, los Tecos, o la presencia de agentes de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) en el país, el narcotráfico y la corrupción de los jeques petroleros.
En la función pública, Manuel Buendía se desempeñó como asesor de prensa en la Comisión Federal de Electricidad (CFE), titular de la Dirección de Prensa y Relaciones Públicas, del entonces Departamento del Distrito Federal (DDF), asesor de prensa en la Nacional Financiera, y Director de Prensa y Relaciones Públicas del Consejo Nacional para la Ciencia y Tecnología (CONACYT).
También fue profesor en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, impartiendo la materia de redacción periodística y de oficinas de prensa, y redacción, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) en la UNAM. Y entre los principales libros que publicó, bajo el sello de la editorial Océano, fueron: Red Privada (1981), La CIA en México (1983), La Ultraderecha en México (1984), Los Petroleros (1984).